Cada año, el primer lunes de mayo, las figuras más influyentes del mundo del entretenimiento se congregan en uno de los eventos más esperados de la moda: la Met Gala. Marcas, diseñadores, modelos y artistas se preparan con meses de antelación para participar en lo que muchos consideran el punto culminante de los eventos de alta costura. Aunque para muchos espectadores la gala se reduce a comentar quién fue la mejor o la peor vestida, o qué casa de moda interpretó mejor la temática anual, la Met Gala es mucho más que un simple evento social de élite.
La gala marca la inauguración de una nueva exhibición de moda en el Met y se desarrolla con el fin de recaudar fondos para el Instituto del Vestido. Este año la temática fue “Bellas durmientes: El despertar de la moda” y el código de vestimenta era “El jardín del tiempo” inspirado en el cuento de J.G. Ballard escrito en 1962 del mismo título.
Las flores crecían a una altura de dos metros; sus delgados tallos, como varillas de cristal, sostenían una docena de hojas. Al extremo de cada tallo estaba la flor del tiempo, del tamaño de una copa. Los opacos pétalos exteriores guardaban su corazón de cristal. Su brillantez diamantina presentaba mil facetas. Al ser movidas ligeramente por la brisa vespertina, refulgía como lanzas de fuego.
La moda trasciende su propósito comercial y mediático, al igual que en “El jardín del tiempo», donde la alta costura, como la literatura y el arte, se convierte en un medio para explorar la belleza, la historia y la identidad.
Al igual que en la literatura, cada prenda tiene el poder de contar una historia. Los diseñadores presentes en la gala, gracias a su sensibilidad artística, han logrado dejar una huella tangible en nuestra cultura y sociedad. Una vez al año, somos testigos de cómo las mentes creativas más influyentes de nuestra generación se reúnen para interpretar un mismo tema de maneras profundamente únicas, mostrando la diversidad y riqueza de su visión artística.
Además de la exhibición de los diseños de las casas de moda más icónicas, este año se dio un paso adelante al incorporar proyecciones y estímulos sensoriales, creando una experiencia inmersiva que transporta a los visitantes al mundo fantástico del cuento de Ballard.
“La rosa es una rosa es una rosa es una rosa,” el célebre verso de Gertrude Stein, fue lo primero que vi al entrar en una de las galerías, donde una experiencia olfativa nos envolvía. Entre aromas de rosas que emanaban de los tubos en las paredes y los vibrantes vestidos rojos de Yves Saint Laurent y Pierpaolo Piccioli, admiramos piezas que, al igual que las rosas rojas, evocan profundas narrativas de amor, pasión, romance y sensualidad, encapsulando así el simbolismo que estos diseñadores asocian con la belleza y la emoción humana.
“Lentejuelas nuevas, luminosas, iridiscentes como joyas ahogadas en el mar” fue como describió la editora en jefe de Harper’s Bazaar, Carmel Snow, los vestidos Christian Dior que se exhibieron. Aquí pudimos apreciar la versión de Venus de Dior que hace referencia a las deidades romanas Venus, diosa del amor, la pasión y la belleza y Juno, diosa del matrimonio. Estas versiones nos mostraron bordados a mano con cristales que nos imparten un efecto acuático y que al mismo tiempo nos hacen referencia al animal tradicional acompañante de Juno, el pavo real que significa verdad pureza y positivismo.
Así como Dior nos expone abundancia en sus prendas a través de la mitología romana, cada vestido presenta una historia, un recuerdo personal o un pasaje de la vida de los diseñadores que al ser plasmados en sus obras, nos envuelven en éstas crónicas que al final dan vida a una pieza histórica en la trayectoria de la moda.
Si bien el ir y venir de las tendencias refleja la naturaleza efímera de la moda, Sleeping Beauties: Reawakening Fashion nos demuestra lo contrario. Los diseños en esta exhibición son emblemáticos de sus épocas, y su impacto cultural ha sido lo suficientemente poderoso como para influir, redefinir y permanecer aun en las nuevas direcciones de la moda.
Esta exhibición desafía nuestras nociones tradicionales de la alta costura y nos revela una nueva faceta de esta industria. A través de la temática natural del jardín, estos diseños trascienden su grandeza estética, adquiriendo un significado más profundo que resalta el lado más sensible y artístico de los diseñadores.
Sin duda, esta ala del Met es una visita obligada, ya que te sumerge en un mundo de ensueño donde prendas de confección exquisitamente compleja, elementos sensoriales envolventes, arte, literatura, emociones y vestidos icónicos, arraigados en nuestra memoria cultural, se entrelazan para dar vida a una experiencia inolvidable y absolutamente extraordinaria.
Autores
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Estudiante de relaciones internacionales y filosofía. Fordham university. Orgullosamente mexicana viviendo en Nueva York.
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Internacionalista; UNAM. Soy una mexicana viviendo en Nueva York, fan del arte y la política. Convencida de que los grandes cambios, empiezan por nuestras propias acciones.